TDAH: LA ATENCIÓN NO VALE PARA DESCRIBIRLO




Este trastorno mal entendido es real y va más allá de sus síntomas típicos


El punto de partida para solucionar el TDAH en familia y tratar el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en el mundo real es comprender que el TDAH (y esto incluye el TDA, que ahora se denomina, con más precisión, TDAH tipo inatento) es un trastorno médico demostrado y a veces mal entendido. Cuando se hace creer a los padres, a los maestros o a los niños que el TDAH es falso o, en cierto modo, una simple excusa para la falta de esfuerzo, de motivación o de autocontrol de un niño, se deja a los adultos frustrados y confundidos, a los niños luchando sin orientación con sus propias tendencias neurológicos y a los hermanos atrapados en medio.

Debemos superar cualquier debate sobre la realidad de TDAH. Es real y docenas de estudios fiables lo demuestran. Cuando se identifica adecuadamente, el TDAH no es diferente de cualquier otra enfermedad. Lo que a veces plantea problemas es conseguir un diagnóstico preciso; el TDAH puede ser difícil de reconocer en cualquier individuo. En lugar de derrochar esfuerzos en un debate sin sentido sobre si existe o no el TDAH, es mejor apoyar a las familias, ayudándoles a entender qué es realmente el TDAH y cómo manejarlo.

El TDAH es un trastorno con un nombre equivocado. Los síntomas típicos – falta de atención, hiperactividad e impulsividad – tan sólo arañan la superficie. Las regiones del cerebro implicadas en el TDAH también controlan la función ejecutiva – habilidades tales como la gestión del tiempo, la sensatez, la organización y la regulación emocional. La función ejecutiva es algo así como el gerente del cerebro, responsable de supervisar y coordinar nuestra planificación, nuestros pensamientos y nuestras interacciones con el mundo. El verdadero problema del TDAH se refiere a la función ejecutiva y, como han dicho el Dr. Russell Barkley y otros, un nombre más apropiado para el TDAH sería “trastorno de déficit de la función ejecutiva”.

Para guiar a las familias hacia un camino mejor, en lugar de discutir la existencia del TDAH, hemos de aclarar conceptos erróneos acerca de él. Cuando los padres o los profesores pierden de vista el hecho de que el TDAH es un déficit neurológico, culpan a los niños de comportamientos y decisiones que no están totalmente bajo su control. Comprender la neurología del TDAH nos permite reconocer que el aparente mal comportamiento de un niño, o su falta de motivación, se reducen a una dificultad concreta, relacionada con la capacidad para centrarse, mantener la atención, controlar las emociones, o una larga lista de habilidades relacionadas con la función ejecutiva.


Así como algunas personas pueden dibujar, jugar al baloncesto o aprender a tocar un instrumento más fácilmente que otras, planificar, recordar y prestar atención son habilidades innatas, reguladas en gran parte por nuestra genética. Los problemas crónicos de olvidar, no planificar, dejar las tareas a medias, retrasarse con los deberes, no escuchar cuando se le llama, perder los nervios ante la frustración… todos reflejan un déficit de la función ejecutiva. Puedes optar por enseñar a alguien a lanzar un tiro libre, o una nueva forma de seguir la lista de tareas pendientes, pero esas habilidades no surgirán de la nada.

No dirías a un niño con asma: “Esfuérzate un poco más, dejar de hacer ese ruido al respirar”. Del mismo modo, esperar que un niño con malas habilidades de la función ejecutiva “se organice” ahora mismo es injusto y supone fijar expectativas difíciles y poco realistas. En vez de eso, debemos desarrollar una visión compasiva y objetiva de sus verdaderas habilidades, acompañada de una planificación detallada para desarrollar habilidades y estrategias de compensación en áreas que sigan ofreciendo dificultades. Estimularemos la conducta apropiada y el trabajo duro, pero también hemos de ser conscientes de que pueden interponerse obstáculos relacionados con el TDAH.

Abordar el amplio impacto del TDAH en las familias comienza con reconocerlo como un trastorno médico que afecta a la función ejecutiva. Cuando empecemos a entender la realidad completa de la situación – que alguien con TDAH tiene un trastorno real que afecta a la forma en que gestiona su vida – podremos tomar decisiones inteligentes sobre la forma de educarles, de enseñarles, y de gestionar mejor otros aspectos de su cuidado. Cuando reconozcamos la causa real del TDAH y sus síntomas de largo alcance, podremos cambiar de forma compasiva nuestras expectativas, al tiempo que ofrecemos planes inteligentes a largo plazo que desarrollen sus habilidades y aseguren que todos los niños con TDAH desarrollen todo su potencial.

CREDITOS TDAH

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